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SUPERAR |
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Cuantas veces hemos oído los
refranes. …! El buey por sí solo, se lame! ¡El que ha sido quemado con leche hasta la
cuajada sopla! o quizá comentarios como: El fulano sólo hala agua para su
molino. Estos refranes populares reflejan
la desconfianza colectiva que viven sociedades como la nuestra; tanto es así
que muchos creen que la historia del “Guegüense”,
recrea correctamente parte de nuestra idiosincrasia, aceptando que mentimos o
engañamos deliberadamente y que esto es parte de nuestra naturaleza, casi una
esencia del nicaragüense; y por supuesto esto nos lleva a desconfiar unos de
otros. Creemos que cualquiera nos puede engañar o traicionar. Pues bien, esta manera de pensar se
ha convertido a través del tiempo, en una actitud de desconfianza hacia
todos; incluyendo hermanos, vecinos, colegas, religiosos y por supuesto
también sobresalen los políticos –existe la creencia popular es que estos
últimos siempre son mentirosos y sólo halan agua para su molino-. Esta desconfianza casi histérica,
nos afecta de muchas maneras: a nivel colectivo, se dificulta la creación de
visiones compartidas entre los actores sociales –los economistas más
populares de la televisión- a menudo comentan sobre la imposibilidad de crear
una visión de nación. La organización social es limitada, por lo que se ven
pocas organizaciones comunitarias, y la asociatividad
para el desarrollo de empresas se reduce. Por tanto, el desarrollo de redes
de organizaciones en la sociedad es muy limitado. Individualmente, la
desconfianza –falta de fe- nos consume tiempo valioso por distracciones
derivadas de la suspicacia permanente hacia los demás –pensamos que todos son
malos hasta que se demuestre lo contrario- . Por esto, no es extraño que los vecinos de un barrio
casi ni se conozcan y tengan vidas aisladas con muros y verjas de hierro en
el paisaje, que son el fiel testimonio de la desconfianza que vivimos. La desconfianza va más allá; por
muchos años los centroamericanos –desde antes de las ideas unionistas del
General Francisco Morazán- hemos
buscado la unidad, sin poder lograrla. Todo por la desconfianza, -cada
paisito cree que el otro se va ir arriba- entonces peleamos las fronteras,
olvidando que somos hermanos. En Nicaragua hemos vivido guerras
tras guerras, por la desconfianza mutua. Hace pocos días los noticieros
anunciaban una desaceleración de la economía, misma que se atribuía a la
incertidumbre y la desconfianza. Pero,… esta actitud –desconfianza-
debe erradicarse si deseamos desarrollarnos como personas, como familias y
como nación. Por esto debemos acabar con las causas de la desconfianza,
promoviendo la honestidad; terminar con el arribismo –suprimir el refrán
nicaragüense del que tiene mas galío traga más
pinol- y reemplazarlo por acciones de fe - Mar Si conseguimos ganarnos la
confianza unos de otros, –empezando por el gobierno- podremos hacer maravillas; crearemos una
unidad familiar, social, nacional con implicaciones a nivel regional. El
desarrollo de empresas familiares, cooperativas, sociedades, consorcios será
la norma y no la excepción, esto desarrollará nuestra sociedad y nuestra
economía; mejor aún, ya no viviéramos nunca más como perros y gatos, lograremos la visión de nación tan anhelada
y alcanzaremos la prosperidad en todos los niveles. La unidad nacional será una
realidad y la unión centroamericana estará muy cerca. Ing. Juan Leonardo Chow Gerente, SEJICSA Tel # |