FRAGMENTOS DE LA NOVELA

“OJO SOBRE EL VALLE”

DE DANILO TORRES

 MANAGUA: AÑO 2000

 

 

CENTRO NICARAGÜENSE DE ESCRITORES.

 

 

Perfeccionaban el cultivo del grano maravilloso observando las estaciones, fijando en sus ojos la ruta de los astros, calculando las regularidades de sus movimientos, de sus predominios o ausencias. Así nació su calendario y la agricultura, el arte. Mientras que de la comunicación con la naturaleza surgió el rito y la religión, en el intento de ponerle nombre a las potencias naturales que los favorecían.

 

Con el consentimiento y apoyo de los Dioses del maíz se asentaron en esta tierra. Revertían calamidades en prósperos poblados. Igneas rocas, crepitantes lagos anaranjados fueron transformadas en huertas. El fuego en vida, la desolación en abundancia, la guerra en paz, la muerte en esperanza.

 

Gavilanes, quetzales, cenzontles, chichiltotes, chocoyos, querques, guises, lapas, serpientes emplumadas observaron crecer el sol de los nuevos tiempos desde todos los puntos cardinales.

 

Tierra, fermento, geografía, cultivo de la imaginación de sus orfebres de roja arcilla y áspera piel de rocas amasada y labradas para dejar testimonio de la ardiente pasión con que se enfrentaron al medio hostil encontrado, y se pusieron a pesar de la oposición de sus Dioses.

 

Con poderosa voluntad lo transformaron todo, volcaron urgidamente toda la fuerza de su corazón, como el agua del río de piedras rojas, que se lanza desde las alturas del Tisey, cruza briosamente el valle y va a morir lánguidamente al río Yaré, para sobrevivir eternamente en las aguas inmortales del Caribe.