EL DIVORCIO: RAZONES MÁS COMUNES

Herman Sergio y Lillian López

En vista de las actuales circunstancias de la vida, y estando frente al enorme fenómeno destructivo que atraviesan los matrimonios; nos es grato poder escribir este artículo para tan prestigiada revista -El Esteliano-, sobre un tema tan delicado como es el Divorcio.

 

En la actualidad muchos creen, que lo más viable para sentirse bien y resolver sus diferencias maritales, es divorciarse, pensando que todo va a estar bien; olvidándose que después de ésta decisión, -hasta cierto punto ilógica- queda una secuela de destrucción en cadena. Por ejemplo, los primeros en ser destruidos es la pareja misma, tanto sentimental como emocionalmente quedando confundidos para el resto de su vida. Posteriormente, siguen los hijos, quienes de una u otra manera son abandonados por uno de los padres; ahí comienza la rebeldía, la desobediencia, la búsqueda de nuevos amigos que lo inducen fácilmente a las pandillas, las drogas, el alcohol, la prostitución, el homosexualismo y un sinnúmero de prácticas indeseables, y por  último los padres de la pareja, quienes sufren un desequilibrio sentimental por tan terrible noticia.

 

Pero, ¿Qué piensa Dios acerca del divorcio?. En el libro de Mateo 10:9 las Sagradas Escrituras dicen: lo que Dios unió no lo separe el hombre. Si él, es el que ha unido una pareja en matrimonio, jamás va a desear que se separen; más bien les dará fuerzas para mantenerse unidos. El problema, es que el hombre en sí mismo, ha tomado estas leyes divinas en sus manos, revirtiéndolas; lo que ha provocado un caos, que se refleja en los juzgados, en donde son cada vez más las parejas que llegan a divorciarse, que ha casarse.

 

Sin embargo, lo increíble no es la cifra, sino más bien el por qué del divorcio. Una de las razones más comunes por las que la gente se divorcia, es la discusión o desacuerdo. La Biblia registra, la única causa por la cual se debe dar el divorcio, es la infidelidad sexual o adulterio; no obstante, si ambas partes tienen la  intención de resolver esta situación, la madurez y capacidad para perdonarse mutuamente es preferible que continúen juntos, esto será lo más saludable para  la familia. Hay que confiar en Dios, y esperar que el tiempo sane las heridas.

 

La mayoría de las veces este problema se refleja en el noviazgo. A continuación te mencionamos algunas razones que nos parecen primordiales, que se deben tener en cuenta. Primero: Un mal noviazgo, este debe ser un proceso de formación en el cual ambos desechan un sinnúmero de características y prácticas que en el futuro van a dañar la relación matrimonial. Esta no solo es una etapa para darse besos y abrazos o pláticas sin fundamento. Segunda: el factor económico cuando no hay comprensión a la situación. Tercero: la falta de perdón en ambos, ante faltas y errores cometidos, ya sea en el pasado o en el presente.

 

Pero gracias a Dios, todas las cosas tienen solución o bien la mayoría, por tanto te damos algunas alternativas para evitar este mal de moda:

Procura por todos los medios que Dios sea el dueño de tu matrimonio, alimenta el amor, no solo con palabras, sino con hechos; nunca dejen de resolver los desacuerdos del día, dejándolos para mañana; recuerden que el matrimonio es entre dos, no dejen que un tercero de la familia se meta en sus asuntos; y sobretodo ante cualquier problema pequeño o grande, la solución está en Dios.

 

Esperamos que este artículo, les sea de mucha ayuda. Para cualquier consulta o ayuda  comuníquense con nosotros. Dios les bendiga.

 

 

Sergio y Lilliam López

Consejeros Matrimoniales

Delegados de la Región Norte

Universidad para la Familia.

Cel. 8304294 - 8997284