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EL LIDERAZGO Y |
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Todo líder tiene el compromiso y la
obligación de velar por la superación personal, profesional y espiritual de
quienes lo rodean. Es una responsabilidad que como personas debemos asumir. El líder consensuará con su
equipo los objetivos de la empresa a largo y mediano plazo. · Hay que ser muy selectivo en la
elección de estos objetivos. Deben ser difíciles, muy exigentes, pero deben
ser realistas y alcanzables. Si no fueran así, la empresa se podría
desentender de ellos al considerarlos absurdos. · Deben ser objetivos muy precisos.
La empresa tiene que concentrar sus recursos en conseguir unos objetivos muy determi-nados. No se debe luchar por objetivo muy
dispersos, ya que se correría el riesgo de no conseguir nada. · Los objetivos deben estar
cuantificados. No valen ideas imprecisas, faltas de concreción (ser los
mejores, crecer, diversificarse). Es fundamental, tener en
cuenta la opinión de aquellos a los que se les van a exigir estas metas,
escucharles, conocer sus argumentos, prestarles atención. Unas metas
impuestas desde arriba, en las que las personas afectadas no han sido
consultadas, resultan muy poco motivadoras. Una vez definidos estos
objetivos a largo plazo, se establecerán metas menores a corto plazo; estas
metas inmediatas permiten aumentar la presión sobre el equipo de trabajo. Por
otra parte, la continuidad de estas metas parciales contribuye a aumentar la
moral de los empleados. Aunque es fundamental
ajustarse firmemente al plan de acción definido y ser muy persistente en su
consecución, el líder no puede renunciar a la flexibilidad, a dar un golpe de
timón en un momento dado si surge una oportunidad que conviene
aprovechar. Una vez que se han fijado las
metas, el líder dará autonomía a los distintos departamentos para que
procedan como consideren más oportuno (la persona que hace el trabajo es
quien mejor conoce la forma de hacerlo). La autonomía favorece que los
empleados asuman responsabilidades, tomen decisiones y respondan de sus
resultados. Se debe fomentar la creatividad, el
líder no puede inmiscuirse en los detalles menores del trabajo de sus
subordinados. Estos se podrían sentir incómodos,presionados, infravalorados. Sólo en
aquellos casos en los que el desempeño de algún departamento no esté a la
altura de lo esperado, el líder podrá profundizar para ver los motivos de
este fracaso y fijar los cambios pertinentes. Cuando los departamentos
funcionan con autonomía, resulta interesante establecer un sistema de
comunicación dentro de la empresa que permita compartir experiencias. Si un departamento ha desarrollado
un método de trabajo que resulta eficaz, éste podría ser también útil en
otras áreas de la empresa. Por último, hay que dar a los departamentos
los medios necesarios para poder cumplir sus objetivos. No se le puede pedir al
departamento de producción que rebaje el costo de fabricación, que mejore la
calidad de los productos, y no darles las herramientas adecuadas, la
tecnología necesaria, la formación requerida. Tampoco se le puede pedir
al departa-mento comercial que gane cuota de
mercado y no darle una cartera de productos atractivos con los que puede
competir. Ser líder, no es una postura o un galardón para lucir,
es un compromiso, una responsabilidad y una obligación, no hay que olvidar
que “todo cargo es una carga”. No podemos ser indiferentes ante las
atrocidades, la injusticia y la creciente amenaza de una falta de valores,
hoy en día se necesitan hombres y mujeres decididos a cambiar la forma de
vida de la sociedad. Es un gran reto, sí, pero la esperanza de un mundo
mejor, debe alentarnos a ser los líderes de la empresa. Revista El Esteliano. |