ESTELI EN LA HISTORIA, CON EL ALTO        RELIEVE DE LO INVISIBLE  (2da parte)

 

                        Ojos sobre el Valle:  A lo largo de mi obra he reflejado mi interés, mi curiosidad, por nuestro entorno local, entendido y asumido en el contexto de las evoluciones continentales, y en las de la vida cultural cosmopolita. He tratado de encontrar o crear los símbolos de nuestra vida colectiva, en reflexiones sueltas, en poemas, en prosas breves, por medio de “crónicas, estampas, retratos y paisajes”, como afirma Luis Rocha. Movido siempre por un sentido de necesaria unidad esteliana, unidad de significado y unidad de  destino, porque en lo que escribo he querido sugerir una armonía conjunta de nuestra esencia y existencia colectivas. Por todo ello, es que me parece muy justa y acertada la calificación del poeta Urtecho de mi trabajo, como un intento de biografía colectiva.

 

He querido además integrar en una imagen unitaria los hechos de nuestra vida urbana, personajes, ambientes, rincones específicos. Pero también he intentado incluir de manera coherente y armoniosa la visión de nuestra vida rural, he procurado oír las voces de nuestra tierra, he querido integrar a los pobladores del agro como personajes de primer plano y de primera importancia. 

 

Pero ha sido mi sueño integrar en una visión coherente, ese pasado precolombino que perdimos, con el pasado colonial cuya existencia se prolonga en las relaciones que se dan entre la gente del campo, junto con ese otro pasado reciente, de odio, muerte y exterminio, que todavía pesa sobre los perfiles que asumen las preocupaciones y dudas del presente.

 

En mi obra personal, estas motivaciones resultan decisivas. En Ojos sobre el Valle, abordo estas carencias y lagunas con cierta estrategia de visión sinóptica. Hay por ejemplo en mi novela una reconstrucción del pasado prehistórico del valle donde se asienta nuestra ciudad.

 

Hay además alusiones al pasado colonial, lo cual también quiere ser una historia abreviada de los orígenes de una considerable parte de las familias dueñas de las mayores propiedades rurales de nuestra región. Hechos históricos objetivos, la concesión de tierras realengas, las rebeliones indígenas, la importación de mano de obra esclava de raza negra, las invasiones e incursiones de piratas, los incendios de fundaciones urbanas coloniales y los éxodos masivos, los asentamientos dispersos de esclavos libertos, son algunos de esos hechos, que le ofrecen sustento histórico documentado a mi narrativa.

  

Como empresa de ficción no aspira a ser aceptada como un relato exhaustivo, ni aspira al estatuto de veracidad histórica literal, pretende por lo contrario ser una síntesis figurada de cómo pudieron suceder en una de tantas veces algunos hechos de nuestra historia social sofocada que se repitieron tal vez miles de veces.

 

Finalmente, hay cierto filo de nuestra historia silenciosa, que yo asumo en mi novela como un deber particular, y consiste en incorporar a nuestra naciente historiografía, a los relatos que sustentan el imaginario colectivo y las convicciones compartidas, agregar a las reconstrucciones mítica del mestizaje los mestizos descendientes de indios y españoles, pero además valorizando, asumiendo, reivindicando los aportes de la raza negra al crisol de razas y pueblos que es el proceso todavía inconcluso de formación de nuestra nacionalidad. A partir de la trama de hilos rotos que debe recomponer la historia de esos remanentes silenciosos de las razas africanas, que se van a infiltrar sigilosa y sucesivamente en las labores demoradas, laberínticas, de nuestro propio mestizaje local.

 

 

Dr. Danilo Torres Rodríguez.

Escritor, pintor y poeta.

Tel. 713 – 2909 / 5439