MI ESPOSO Y EL HIJO DE MI SUEGRA

Doctora, yo quiero dejar a mi marido, llevamos 15 años juntos, con dos hijos, tenemos nuestra casita donde vivíamos los cuatro, pero no era mi hogar, era el de mi suegra. Su hijo tenía una mujercita que le disminuyó el trabajo de atenderlo, preparar su ropa, tener siempre listo su alimento, educarles a sus hijos, pero nada más. Sólo con un mundo de obligaciones donde siempre tenía que dar y nunca recibir, ni siquiera amistad o compañero con quien compartir mi sentir. Todas las decisiones, hasta las más simples las toma mi suegra, nunca tenía dinero, siempre pidiendo, él no me dejó trabajar nunca. Mi suegra que vive a la media cuadra, llega a cada momento para ver nada más mis fallas. Su hijo que toma, fuma, le gustan las parrandas y hasta el juego de asar no tiene errores.

 

Estuve todo este tiempo esperando con paciencia cambios al menos hasta que mis hijos sean mayores para que puedan comprender mi situación y asimilen la separación. Pero, me cansé de una vida tan miserable. El se fue mojado y creí que mi larga espera había valido la pena, pero sólo empeoró. El dinero se lo manda a mi suegra, y ella lo administra inclusive con los gastos de mis hijos, he tenido que mendingarle. Decidí buscar trabajo para lograr independencia y la señora hizo tal escándalo que puso a mi hija de 14 años contra mí diciéndole que ahora que no estaba su papá yo quería la calle. El por su parte sólo me pide paciencia; no me da problemas con mujeres sé que me quiere, pero que peor rival que su madre. El trío es ella, él y yo. Ya no quiero seguir, mi vida se ha pasado ¡yo! viéndola pasar de lejos, quiero a mis hijos y a mi esposo, pero no tengo un hogar, un lugar propio.

 

Es difícil reconocer cuando se está fallando y lo peor es que afecta no sólo al progenitor, sino a toda una familia completa. Es demasiado mezquino hacer competencia con la pareja de su progenitor, muchas veces hasta en aspectos sentimentales “Me tiene que querer más a mí por que soy su madre, yo lo traje a este mundo”. ¡Mamita!, Dios, te dio la oportunidad de ser quien dirige sus pasos aquí en la tierra, sos un instrumento, depende de vos,  si querés servir para el bien o para el mal, ser madre es un don que Dios te dio, no es nada más porque se te ocurrió, o por casualidad; Ahora ¿qué cuentas querés entregar?. Si Dios nos llama hijos amados, nos cuida tanto, no es por soberbia de... síganme a mí, nos dio libre albedrío, si lo sigues o no y si quiere, simplemente te obliga así creas o no en su existencia. Pide que sigas sus mandamientos para formarte y edificarte, pero no te obliga; entonces porque crees que tu nuera merece un puesto menor al tuyo. Tú eres su madre adorada y ella la mujer que tu hijo escogió para compartir su vida.

 

“Así también los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne”. Más claro no puede ser. No dice mamá sigue a tu hijo hasta que la muerte los separe. Y no se trata de que te dejen abandonada, es establecer límites entre lo que fue tu hogar primario y el que debe forjar él. Diferenciar entre lo que es amor maternal y amor de pareja, son amores y responsabilidades distintas. Cada una debe asumir el rol que le toca en su debido momento. La suegra ya tuvo su oportunidad de construir su propio hogar, de dirigirlo, preparó a sus hijos/as para la vida, los fracasos o errores que se dieron en el proceso son su responsabilidad y no es justo que quiera corregirlos a través de otra vida. Si no pudo con lo suyo ¿Qué le hace pensar que lo hará con lo ajeno?; no es respetuoso y digno para con su progenitor que transmita su frustración a un núcleo familiar que no le pertenece. Sí puede participar de forma constructiva, respetando ese espacio tan personal e íntimo. Es a través de su amor sabio y maduro que puede colaborar que no es lo mismo que tener una actitud invasiva y perjudicial y claro no es un amor maternal sano, el daño se le hace a ese ser por el que peleas tanto.

 

Como es posible que un ser humano desarrolle todo su potencial, inicie su propia búsqueda, su propio estilo de vida, si no lo dejan crecer, si siempre la madre anda detrás, resolviendo su situación, para que el infante no tenga que hacer esfuerzos. Es igual a no reconocer las debilidades que tenemos en la crianza, muestra inseguridad y dependencia; al cabo de los años la consecuencia es una persona inútil, conformista, escuchamos el dicho ”para que me voy a matar si los ricos ya nacieron, le doy lata a mi mujer porque de todos modos si me corre, mi mamá siempre me recibe, me da la comida, me prepara mi ropa y sigo libre”. No es de asombrarse que este comentario provenga de alguien que tiene hijos por doquier, con un trabajo medio chueco, y no le ayuda económicamente a su mamá. Son las típicas madres que no recogen cosecha, tienen que aguantar, envejecieron trabajando duro para mantener a sus hijos aún después de los treinta.

 

Esta es una consecuencia de su educación, no puede esperar que alguien quiera sustituirla; más hoy en día, donde la mujer ha logrado tanta independencia, donde no solo es madre, sino también profesional, trabaja fuera de su hogar no es la misma mujer sumisa que sólo acepta órdenes y no por eso es libertina o mala mujer. Simplemente vive con autoridad, autonomía, vive su propia vida, está en otra situación social, cultural y económica distinta, con otras aspiraciones, ya no, nada más a ser reproductora.

 

Entonces dígame donde está el error. Todas las actitudes extremas son nocivas. Como puericultores debemos tratar a los hijos/as, una manito con rigor y la otra con amor, pero enseñarles a ser libres. El mejor camino no siempre es la separación, quizás la aceptación humilde y respetuosa y hasta civilizada de la suegra sean la mejor manera de apoyar a su hijo y demostrar amor incondicional, sea que le vaya bien o mal pero fue la opción que escogió.

 

Dra. Déborah Flores Acuña.

Psicóloga Clínica.

Tel # 714-2041.