EL DEPORTE ES EL JUEGO DE LOS NIÑOS

Autor: Nelson Flores Ch.

 

 

Hace mucho tiempo nuestro Señor Jesucristo dijo que sólo si somos como niños tenemos el privilegio de entrar al reino de los cielos, ¿qué palabras sabias verdad? Porque aunque los niños se disgusten de vez en cuando rápidamente olvidan sus diferencias…cuando juegan.

 

Nos hace falta remontarnos a través del tiempo y recordar la infancia para sentir a flor de piel esa sensación especial que solamente el juego nos imprime, y que como marcas indelebles nos cala en lo profundo del alma para el resto de nuestras vidas.

 

¡Es verdad!, hay ciertos acontecimientos que forman parte de nuestro proceso de aprendizaje y cuando el vehículo es el deporte, ayuda a definir tal como lo haría Miguel Ángel con su cincel, el carácter, cuando vamos eufóricos sobre sus ruedas mientras crecemos.

 

Es muy agradable cuando nos reunimos de vez en cuando con nuestros amigos ó en el círculo familiar para simplemente recordar algunas anécdotas inolvidables, hazañas o “metidas de pata” -como decimos en el argot nicaragüense-. Como lo que nos sucedió hace algunos años cuando cursaba el quinto grado en el Instituto San Francisco –ahora colegio San Francisco- y decidimos conformar dos equipos de football en la misma sección como una alternativa del programa de educación física, bueno, el asunto es que en nuestra oncena ubicamos como defensa al tipo más alto y robusto de los dos conjuntos, vestía una calzoneta amarilla con una raya blanca en los cierres laterales y una diminuta camiseta blanca que lo hacían parecer más grande aún, le llamaremos  Bernardo… –lógicamente hemos usado un nombre ficticio para  proteger su  identidad, ¿le recuerda alguna película sobre hechos reales?-

 

El asunto es que Bernardo no sabía ni “jota” sobre football, pero nunca imaginamos lo que a continuación sucedería: En la primera jugada del partido el balón es capturado por nuestro portero y él, con toda la confianza del mundo, pasa de manos y suavemente a nuestro enorme defensa, en cuanto sintió la esfera en sus botines Bernardo se dirigió con gran entusiasmo hacia la portería y con todas sus fuerzas y una patada de lujo venció la red…!nuestra!.  El, inocentemente corrió celebrando con sus enormes brazos en alto en dirección al campo contrario, provocando risas, aplausos y todo tipo de comentarios divertidos por mucho, mucho tiempo. ¡Jamás iniciamos otro partido sin previo entrenamiento, o podría aguarnos la fiesta otro Bernardo!.  El nivel de compañerismo que el deporte nos da no es un concepto nuevo en la tierra, los juegos olímpicos nacieron como una alternativa muy eficaz para unir al mundo y para aprender a competir sin hacernos daño.

 

Hace mucho tiempo nuestro Señor Jesucristo dijo que sólo si somos como niños tenemos el privilegio de entrar al reino de los cielos, ¿qué palabras sabias verdad? Porque aunque los niños se disgusten de vez en cuando rápidamente olvidan sus diferencias…cuando juegan.

 

Que bueno es saber que además de ejercitar nuestro cuerpo y contribuir a un mejor desarrollo físico, el deporte nos da alegrías, más allá de algunas tristezas, nos da salud, más allá de algunos pequeños golpes, y buenos recuerdos más allá de algunas zozobras; con él podemos volver a ser niños una  y otra vez, he allí la magia…

 

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