¿CUANTO
TE DOY? ¿CUANTO ME DAS? |
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En el artículo
anterior se abordó someramente el
papel negativo o positivo de la suegra, que puede interferir en una relación
de pareja. Es importante mencionar que esta influencia está directamente
matizada por la actitud tomada por los miembros de la pareja. Significa que
la responsabilidad principal la asumen ambos, en el sentido de poder
establecer límites cordiales de comunicación, sin permitir abusos o inclusive
tratos violentos e irrespetuosos y todo lo que implica el cuido de la
relación. Generalmente la debilidad principal se da en el ámbito
interno de la pareja que se ve agravada por las circunstancias externas. Al hablar de relaciones me referiré a
cualquier tipo o sistema de relación, que con el tiempo se va ampliando en
círculos concéntricos. Según los grupos y relaciones importantes para nuestra
supervivencia y nuestro desarrollo sea de forma forzosa o por libre elección:
La familia de origen (padres, hermanos/as); La red familiar (todos los demás
parientes); Relaciones libremente elegidas (amistades); La relación de
pareja; La relación con nuestros propios hijos/as; La relación con el mundo
como todo. Todas ellas
deben cumplir con ciertas condiciones imprescindibles para conseguir que el
amor crezca y prospere sin impedimento, esencialmente están predeterminadas y
solo se revelan por nuestros actos es lo que BERT HELLINGER nombra las
órdenes del amor. Existe una compleja interacción de necesidades
fundamentales: La necesidad de vinculación, la necesidad de mantener un
equilibrio entre dar y tomar, la necesidad de encontrar seguridad en
conveniencias sociales que hacen previsibles nuestras relaciones. La vinculación
no es más que el contacto o integración del niño/a al grupo de origen sin
cuestionarlo, adhiriéndose a él con una fuerza y una consecuencia únicamente
comparables a una fijación. El infante vive esta vinculación como amor y como
felicidad, indistintamente si en este grupo podrá desarrollarse
favorablemente o no, y sin tener en cuenta quiénes y como son sus padres. El
infante sabe que vive ahí y este
vínculo es amor primitivo o primario. El equilibrio
entre dar y tomar: En toda relación existe una continua compensación entre
tomar y dar. Esta necesidad de un equilibrio justo hace posible el
intercambio en los sistemas humanos. Esto ocurre, por ejemplo si se devuelve
exactamente lo mismo que se recibió, igual se reanuda y continúa dando y tomando de nuevo. Esto significa
que la felicidad depende de la medida en que “cuanto estoy dando, cuánto
estoy recibiendo”; Es decir que una cabeza prudente sopesa ganancias y
pérdidas en la paz de un hogar. Si las partes involucradas se sienten
retribuidas respecto del tiempo, la energía, la dedicación que invierten en
ese otro, produce crecimiento y satisfacción personal; Un gran movimiento en este
intercambio viene acompañado de una sensación de ligereza, de justicia, de
paz, de alegría y plenitud, cuanto más extenso es el intercambio, tanto más
profunda será la felicidad, La vinculación resulta mucho más fuerte. En
cambio un movimiento reducido sólo trae ganancias reducidas. Muchas veces una
de las partes, iniciando la relación, pone todo su empeño, dando mucho más,
con la esperanza de que un día logre recibir lo mismo, pero si no lo consigue
entra la insatisfacción, frustración, resentimiento que, de tener el coraje y
una autoestima positiva, clara de lo que merece recibir acaba la relación o
termina en el encierro de la costumbre compensando sólo algunas necesidades
que generalmente están orientadas a lo material, pero la felicidad es una utopía
para sí. Me refiero
absolutamente en una relación movida, por el amor genuino y no por aquel
buscado por conveniencia, principalmente económica o de satisfacciones
materiales, que no está exento de reglas, pero son circunstancias distintas.
De alguna manera ya hay un trato y cada uno está claro de lo que debe esperar
y debe asumir las consecuencias. Para algunos el amor sólo es un satisfactor
de necesidades, en cierta forma si lo es, pero no circunscrita a las
materiales. Es una conjugación de todas las necesidades del ser humano, pero
especialmente las de arraigo, de pertenencia, de sentirse reconocido y amado
por ese otro, necesidad de afecto, de autorealización,
las necesidades fisiológicas que no podemos dejarlas fuera, como las de
alimentación, las relacionadas con la sexualidad como algo integral y parte
fundamental de la relación. Un ejemplo
claro de este dar y recibir de forma equitativa es: No podés
decir que hay un intercambio justo cuando en tu hogar hace falta el alimento
básico a tus progenitores y esperas ese amor incondicional, es bien cierto
que no se puede amar con hambre, “no, por mucho tiempo”. Viceversa, llevas
todo a tu hogar, no hace falta nada, pero nunca estas en ese íntimo contacto,
no te entregas, no percibes lo que pasa dentro y te conviertes en un
proveedor frío, descuidas a tu pareja, no vivencias del amor de tu hogar, de
los anhelos y necesidades íntimas de quien dices amar... Cómo, sino percibes
su soledad, su deseo de experienciar del placer y
del amor. Alguien podría
decir ¿Entonces cómo hago para llevar el alimento a mi hogar?: Pura comodidad
TODO TIENE SU TIEMPO. Por eso hablo de una relación justa, donde las partes
involucradas asumen un roll de equidad. Sólo que a
veces el egoísmo, el narcisismo, la inmadurez emocional, la educación
machista, y hasta el temor para amar, no permite que fluya un amor genuino,
sobre todo cuando se tiene el temor de perder la libertad. Pero es
precisamente esta capacidad que es necesario desarrollar, tener libertad de
amar de forma plena, poderse desprogramar de todo aquello que aprendimos,
pero que no es sano, desaprender esas conductas viciadas que no son aliadas
de la felicidad. De alguna forma
el que quiere libertad, tan sólo puede dar y tomar muy poco y tan sólo puede
permitir un intercambio muy reducido, entre ambas partes. Pero es importante
mencionar que si alguien da sin tomar, al cabo de un tiempo, los demás no
quieren aceptar nada, es una actitud hostil para cualquier relación, ya que
aquel que únicamente pretende dar, se aferra
a su superioridad y de esta manera niega la igualdad a lo demás,
pretende conservar su inocencia negándose a tomar, así no están obligados a
nada y muchas veces se consideran especiales o mejores. Sus vidas, sin
embargo, solo funcionan al mínimo, sintiéndose vacío y descontento. Es de suma importancia para cualquier
relación que no se de más de lo que se esté dispuesto a tomar y que el otro
sea capaz de devolver. Recuerde que siempre se irrita aquel que no tiene la
posibilidad de conseguir una compensación. El orden. La
tercera condición básica para conseguir
una relación lograda son las reglas que conducen la convivencia de un
grupo a causes fijos. En toda relación duradera se desarrollan normas, ritos,
convicciones y tabúes comunes que, a continuación, adquieren un carácter
vinculante para todos, así las relaciones se convierten en un sistema con
orden y estructura. Esta organización es posible a través de buenos canales
de comunicación y un pensamiento flexible y tolerante que nos permita
escuchar al otro. Estimados
lectores no está demás adentrarnos en nuestro medio más íntimo para analizar
cómo anda el intercambio en nuestras relaciones. Dra. Déborah Flores Acuña. Psicóloga
Clínica. Tel #00 505 714-2041. |