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EL LARGO VIAJE DE LOS MORTALES |
El sol apenas cruzaba las líneas
marcadas por las estribaciones montañosas que conforman el Golfo de Fonseca,
El Jícaro era mi destino, nombre pintoresco que hace honor a la abundancia pasada de esa planta
milenaria. Subí al destartalado bus para engrosar la multitud que este
transportaba; el conductor se mostraba visiblemente molesto… Pero, no con la
muchedumbre que trasportaba, sino, porque un funcionario se negó a recibir
una coima y por tal causa se había atrasado.
Pensé… será que ahora el mercado de coimas está cambiando y los
clientes están molestos. Que pesadumbre, no podemos vivir sin pagar coimas o
como se le dice popularmente mordidas. Pareciera que estos favores –
conseguidos por las coimas- nos facilitan la vida y nos hemos acostumbrado a
fomentar la corrupción que se deriva de esta práctica. La ironía es que
después nos quejamos de la corrupción. ¡Hasta cuando diremos basta!. Una lata de sardina no podía estar
mejor apiñada que este microbús, ya no cabía ni un alfiler, frente a mi
sentado, un hombre de rostro curtido, dientes de latón y señales de un
envejecimiento prematuro y sus manos maltradas, su
compañero que no era mister universo, compraba elotes a una despreocupada
adolescente. Aquel hombre quizá desayunaba, era obvia la voracidad con la que comía aquellas
semillas, no tenía que decir nada, a
todas luces se adivinaba que era un obrero agrícola nicaragüense que venía de
El Salvador. Si, al parecer así se ganaba la vida, cuantas humillaciones habría
recibido hasta entonces, que parecía no observar mi enfado cuando su jugoso
elote pringó mi pantalón, cuando trataba de compartir el alimento con su
compañero de viaje, desde luego era imposible salir limpio de aquella lata de
sardina con ruedas y tarjeta de circulación. Ellos buscan la vida por toda
Centroamérica; y en la capital los políticos pelean hueso por la alcaldía de
Managua, sin pensar lo que pasan la mayoría de los nicaragüenses en el
exterior. Así es la vida del Nica. Unos tan Nicas por la gracia de Dios y los
políticos; y otros tan Nicas por la desgracia que no es de Dios, y por las
políticas que hacen los políticos, como: no revisar el salario mínimo,
subsidiar a los amigos y cobrar el doble del valor del combustible a los
enemigos. Mujeres y hombres de negro llevaban
aquel féretro, su dueño, seguro ya no se preocupaba de ser Nica por gracias
de Dios, pues él ya estaba en la gracia del Dios de las Naciones, seguro no
se preocuparía más por el costo de la gasolina ni el TLC. El ya era parte la
globalización de los difuntos y no le importaba que el trafico de la
panamericana se detuviera, y pusiera nervioso a los que tienen que pasar por
ahí, cuando regresan de ganarse la vida. Para él y para los que viajábamos,
la vida ya no era un carnaval, talvez el carnaval sólo quedaba en la salsa de
Celia Cruz, pero por aquí, olvídese. Casi al instante Antonio Aguilar
desde el más allá, animaba el viaje, la maravilla de video y del MP3, lo
había resucitado y traído al expreso Somoto – Managua para alejar las
preocupaciones de los cansados viajeros. Mientras tanto dormitaba con el
respaldar de mi asiento reclinado y soñaba que los políticos habían
desaparecido, que los campos estaban llenos de ganado y maizales, y nadie
pagaba coimas, ni los difuntos atrasaban el tránsito, ni los nicaragüenses
tenían que salir de su país a ganarse la vida para mantener a sus familias. Este fue un sueño con el que los invito a meditar. Feliz día de la Amistad a todos los estelianos y norteños, amigos de Honduras, El Salvador y Puerto Cabezas y hasta los que ya no recuerdo o me han olvidado. Para todos muchas Felicidades deseando que en sus vidas haya muchas bendiciones. Ing. Juan Leonardo Chow SEJICSA Telefax # 00505 713 2164. |