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ACROSTICO A MI AMIGO NOEL DANILO TORRES
RODRIGUEZ |
No era preciso despedirnos.
Los amigos nunca se despiden. Oradarías con tus dedos de luz un nuevo
sendero, avisados ya quienes siguen el arte. Estelí,
matriz de creaciones, se hizo otra vez palabra de extensos ecos siderales. Y Lo
escribirías con tu sangre: escuchen lo que ha pasado, hay algo mejor
adelante. Donde
estás ahora ya eras parte con tu energía vital, Aquella
que la piel grácil No
alcanzara por prejuicios y temores a la igualdad. Interrogas
allí de tú a tú, al basto Platón, al inmenso Shakespeare y al hierático
Darío; La
claridad de soles de otras dimensiones te asombra con el precio de las
palabras; Oros
son sus ritmos a tambor batiente y a contrabajo; rebotes armoniosos (de una generación en otra. Tú
eres de los que moldes y libertades pequeñas no quisieron. Oteas
la grandeza desde la provincia de nuestras ilusiones, y sigues, Ruiseñor
de aleteos multicolores, ahora inusitados y totalmente percibidos, Rodeando
a Dalí y a Leonardo para que te expliquen: Es
que estilos tan distintos deben convocar melodías similares?
Y Serenas
el nuevo caminar con tu acostumbrado estilo fresco, aún más fresco,
(donde nuevas artes te desafían. Reímos,
lo sabes, porque la vida viene a quienes la buscamos, O
cuando por accidente nos atrapa. Y a nosotros nos sucedió, amigo. Dime,
entonces, si no tenemos más razones para estar contentos, que al fin Rememoraremos
para adelante los incontables hechos, Iremos
tejiendo collares de ilusiones y abriendo puertas sorprendentes en la
eternidad, Guegüense y amigo franco, a la vez.
Siempre presente. Uno
está o no está. Nada tiene que ver con el tiempo. Estamos
y somos porque siempre nuestra nave esta lista para Zarpar.
Y allí, en las travesías de esos mares, allí donde estamos ahora y siempre.
(Allí nos
veremos.
Tu amigo, CELSO ASENCIO FLORES (CEFAS)
RIMA - IV Allá en la playa quedó la niña. ¡Arriba el ancla! ¡Se va el vapor! El marinero canta entre dientes. Se hunde en el agua trémula el sol. ¡Adiós! ¡Adiós! Sola, llorando sobre las olas, mira que
vuela la embarcación. Aún me hace señas con el pañuelo desde la
piedra donde quedó. ¡Adiós! ¡Adiós! Vistió de negro la niña hermosa. ¡Las despedidas tan tristes son! Llevaba suelta la cabellera y en las
pupilas llanto y amor. Rubén Darío EL CANTO ERRANTE El cantor va por todo el mundo sonriente
o meditabundo. El cantor va sobre la tierra en blanca
paz o en roja guerra. Sobre el lomo del elefante por la
enorme India alucinante. En palanquín y en seda fina por el corazón de la China; en automóvil en Lutecia; en negra góndola en Venecia; sobre las pampas y los llanos en los potros americanos; por el río va en la canoa, o se le ve sobre la proa de un steamer
sobre el vasto mar, o en un
vagón de sleeping-car. El dromedario del desierto, barco
vivo, le lleva a un puerto. Sobre el raudo trineo trepa en la
blancura de la estepa. O en el silencio de cristal que ama la
aurora boreal. El cantor va a pie por los prados, entre las
siembras y ganados. Y entra en su Londres en el tren, y en asno
a su Jerusalén. Con estafetas y con malas, va el
cantor por la humanidad. En canto vuela, con sus alas: Armonía y Eternidad. Rubén Darío |