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En esta ocasión reflexionaremos un poco sobre el tipo de comunicación que
se da entre los padres e hijos. En muchas ocasiones es una mala comunicación
o la ausencia total de esta la que no
permite ni siquiera que los infantes simpaticen con sus padres, esto provoca
mucho resentimiento en su corazón, que los perciban como sus principales
agresores, invasores de sus espacios personales e inclusive tiranos, donde el
afecto, la amistad, la solidaridad, la unidad y la colaboración de los/las
muchachos/as en las diversas situaciones que afectan al núcleo familiar, de
ahí las quejas de tener hijos/as muy rebeldes, insensibles, egoístas, sienten
que sólo son utilizados para resolverles financieramente, pero que no miden
el cansancio en su rol como educadores. Recordemos entonces que todo lo
anterior es una clara manifestación de que la comunicación entre ambos polos
no es buena con toda seguridad. No hablo de ser condescendiente hasta el
extremo de permitir que un
adolescente, por ejemplo, gobierne un hogar u otro espacio, sino más bien de
actuar estratégicamente para saber llegar al mundo personal de ese
muchacho/a, sin engaños, tratando de ocultar realidades económicas, sociales,
de índole personal familiar o inclusive con aspectos tan sencillos como
procedencia (ya no funciona el cuento
de la cigüeña), su origen, su propia historia, o aspectos que desde el
momento que se vinculan con el infante, tiene derecho de conocerlas y formar
parte de la discusión o solución a llevarse a cabo. Nunca funcionó la actitud
irrespetuosa de ver al infante como objetos, o demasiado pequeños para
comprender ciertos conflictos o simplemente situaciones propias de un hogar
que se ocultan sin tomar en cuenta las consecuencias, peor aún suponer, que ellos/as no se dan
cuenta, su sentir, su opinión, sin
considerar sus expectativas. Si bien es cierto, que el liderazgo en el hogar
debe ser ejercido por el responsable del educando, la actitud de líder es
sostenida por los que se están dejando conducir no por imposición sino por
convicción, es decir inducir a través del ejemplo, cultivar primero siendo buenos modelos y segundo
empleando medios para construirlos como el juego (estimula una relación
armoniosa de amistad), la reflexión y la concertación entre otros, esto facilita una buena comunicación, además de
las metas de desarrollo como autoestima, autonomía, creatividad,
independencia en la toma de decisiones, tranquilidad, libertad,
responsabilidad, lealtad, veracidad, tolerancia, honestidad, equidad,
amistad, amor, paz y felicidad; valores tan fundamentales para promover una
sociedad realmente civilizada y alfabetizada en todos los aspectos,
entendiéndose como VALOR la creencia u opinión de un individuo o grupo
social, es aquello que le da sentido a la vida, por lo que vale la pena
luchar. Una de las causas principales de tantos conflictos sociales que
afectan principalmente a jóvenes es el
vacío existencial o quiebra de valores. El hecho de vivir exige un
significado y orientación de la existencia. Para existir es necesario
satisfacer las necesidades básicas de subsistencia, pero no es sólo
sobrevivir, se trata de VIVIR y para vivir se debe tener un propósito, un
sentido de la vida, éste es el valor supremo que está por encima de los demás
valores. ¿A quiénes concierne esta enseñanza?. A
todo puericultor, llámese así a la madre, al padre, educador, líder
espiritual o político, médico u otro encargado de cuidar, enseñar o
cultivar. Considero que una de las mejores vías para llegar a nuestros infantes
es la familiarización personalizada, no dejando el papel paterno y/o materno
a cuidadores ajenos al entorno, es decir, se tiene que salir a trabajar, pero
es indispensable procurar espacios para compartir con ellas/os cosas que sólo
conciernen a usted como responsable, por otro lado es el canal para conocer
la idiosincrasia de su hijo/a, la mejor oportunidad de descubrir el tipo de
interacción capaz de inducir respuestas positivas en cuanto a
responsabilidades a asumir, establecer cimientos para el intercambio
subsiguiente en la comunicación lo que
se cultiva desde el momento en que los padres sueñan con sus
progenitores, continúa en el vientre materno cuando ambos se comunican,
juegan, le hablan, lo estimulan y se lo imaginan, están conscientes de la
nueva vida y luego al nacer cuando el/la bebé reafirman con el reencuentro de
ellos con el/ella. Es promover una relación íntima entre los padres y el
infante, un vínculo afectivo que implica una conducta de apego, que
contribuya a establecer la red de relaciones familiares y sociales. Esta red
contribuye al fortalecimiento del concepto de sí mismo a construirse a lo
largo de su desarrollo. En todo este proceso son indispensables las características individuales del niño/a
cuyo potencial le obstaculizará o facilitará la comunicación con sus padres y
con los demás. No sólo es resolver sus necesidades básicas, sino que la persona que
las resuelva esté vinculada afectivamente, en la medida que ellos/as logran
la confianza básica, fortalecen el proceso de diferenciación y adquiere la
autonomía que ameritan para continuar su desarrollo. Es importante en este
proceso los modelos de los padres y de los adultos, que actúen en forma
concordante, que lo que manifiesten en forma verbal corresponda con el
comportamiento que asumen ante el niño/a y el grupo social. Por tanto, no esperen buenos resultados al intentar hablar con un
adolescente por primera vez cuando no
se percató de su abandono, sabe Dios en que momento, peor aún sino es humilde
en reconocer que les falló y no se
escucha con calidez su llamado de atención, es de sabio reconocer las faltas,
corregir y mejorar, no sea que cuando usted necesite ser escuchado, ya ni
siquiera esté dentro de sus figuras significativas, siempre es mejor prevenir
que lamentar. Escuche y sienta profundamente a su bebé para que luego discuta
en forma armoniosa con su muchacho/a lo que es mejor para sus vidas, como un
equipo cuya comunicación es horizontal y no vertical. Dra. Deborah Acuña Psicóloga Clínica. Tel: 00505 714-2041* 8312720 |