DON ENRIQUE ARAUZ

“Trabajar significa amar lo que hacemos y disfrutarlo al máximo”

 

 

«El hombre inteligente no es el que tiene muchas ideas, sino el que sabe sacar provecho de las pocas que tiene.»

Don Alfredo Quintero

 

 

                                    Disfrutar lo que hacemos no depende del trabajo que realicemos, sino del entusiasmo que pongamos en la labor realizada. Este es el pensamiento que tiene Don Enrique Aráuz desde hace 56 años, tiempo en el que ha ejercido la herrería, oficio que aprendió a sus 15 años de su tío Humberto Lanzas, al que quiso como padre. Desde su juventud trabajó con el objetivo de aportar y ayudar en los gastos del hogar. Con pocas posibilidades de estudiar y muchas carencias económicas, decidió aprender el que fuera su herramienta de trabajo por siempre -La Herrería-. Teniendo como lema; para vivir bien y sin vicios hay que aprender un oficio.

 

Con gran esmero y esfuerzo  ha dedicado más de la mitad de su vida a esta labor, sin descuidar a su familia; ha cultivado un matrimonio de más de 45 años al lado de su señora Pastora González, con quien procreó 7 hijas, a ellas las ha apoyado y les ha enseñado a trabajar y estudiar. Actualmente están casadas. Sin embargo, esto no es obstáculo para que Don Enrique como buen padre las anime e inste para que se preparen y luchen a fin de tener un mejor futuro.

 

Este gran señor, ejemplo de que lo que uno se propone lo logra, a sus 71 años continúa laborando con el mismo ánimo y fuerza que ejerciera durante su juventud, mientras hacía uso de su inseparable amigo y herramienta de trabajo, “el martillo”. Hoy por hoy, es un experto en el trabajo de herrería. Dentro de los derivados que obtiene del hierro están: las llantas, la punta de arado, la covina, entre otros. Lo producido lo vende a precios que varían desde 70 córdobas la docena de llantas para bestias, 40 córdobas la unidad de punta de arado y 10 córdobas la unidad de covina.

Nos comparte; que esta labor no deja grandes ganancias, ni riquezas, debido a que no hay un apoyo fuerte para esta actividad, sumando a esto, la poca demanda que existe de esta tarea artesanal. No obstante, asevera que da para vivir y solventar las necesidades cotidianas de la familia y del hogar.

 

Afirma que el mayor logro que ha tenido es haber provisto a su esposa e hijas, lo que necesitaban a través de su trabajo, el que ejecutó diariamente de sol a sol y honradamente; también haber construido su casa. Sobre todo haber hecho las cosas con esfuerzo propio, y con la ayuda de su familia y su martillo. Otro logro obtenido fue, el haber dejado el vicio del licor y el tabaco, y haber logrado ser un gran padre y esposo.

 

Vale la pena vivir, finaliza diciendo Don Enrique, es cierto que antes la situación era mejor, las cosas eran más baratas y se compraba más; antes con 100 córdobas se compraban hasta 2 docenas de  hierro y ahora con 300 córdobas adquirimos 1 docena. Sin embargo, uno aprende a vivir y a salir adelante, por que el que tiene ganas de trabajar, lo hace. Hoy nadie puede decir que no hay trabajo, por que  hay mejores oportunidades que las de antes.

 

Opina que el ser padre es un sentimiento maravilloso, una sensación que lo hace feliz, es la experiencia más linda que un ser humano puede tener, por lo que agradece a Dios por su familia,  por la salud y por el trabajo que le ha dado.

 

Pretende continuar trabajando hasta que Dios le permita; esperando que sus hijas tengan mejores condiciones de vida y mayores oportunidades, recordando siempre los valores y enseñanzas que ellos como padres les han inculcado.

 

Insta a los jóvenes a estudiar y  trabajar dignamente, sobre todo les aconseja que aprovechen las oportunidades que se les presentan.  Los anima para que apoyen a sus padres y que consoliden los lazos familiares,  que se alejen  de los vicios y  que  cultiven  el respeto por los mayores.

 

Equipo Revista El Esteliano

Tel. 00505 713-2164

www.elesteliano.com