LA DICHA DE ENVEJECER CON DIGNIDAD

¿La vejez es el ocaso de la vida? ¿Son compatibles esplendor y ancianidad? ¿Es posible mantenerse bello y joven en esa etapa de la vida?.

 

Es común encontrarnos con una constante que va despuntando cada vez más: “El terror a envejecer”. Al menos así lo vemos reflejado en muchas personas -cada vez más- hombres y mujeres, que entran en depresión en una edad joven adulta –cronológicamente hablando- por el miedo, el pavor, a envejecer. 

La problemática no sólo se expresa en que las personas ya no valoran la vida como lo que es, un don sagrado, un don de amor, un don invaluable... Ahora parece ser más valiosa o menos valiosa según su juventud, el aspecto de su rostro y de su cuerpo... Envejecer es saber que conforme avanza tu edad –cada día- eres privilegiado... pues tienes la oportunidad de crecer en edad, sabiduría y gracia...

La persona humana debe comportarse como tal, es decir, de acuerdo a su propia naturaleza, si quiere de verdad, encontrar la felicidad aquí en la tierra, para luego ser pleno en el cielo... envejece como persona humana, envejece con dignidad.

Pero, “¿Qué es la vejez? A veces se habla de ella como del otoño de la vida —como ya decía Cicerón—por analogía con las estaciones del año y la sucesión de los ciclos de la naturaleza.  Por tanto, así como la infancia y la juventud son el periodo en el cual el ser humano está en formación, vive proyectado hacia el futuro y, tomando conciencia de sus capacidades, hilvana proyectos para la edad adulta, también la vejez tiene sus ventajas,  porque atenuando el ímpetu de las pasiones, ‘acrecienta la sabiduría, da consejos más maduros’. En cierto sentido, es la época privilegiada de aquella sabiduría que generalmente es fruto de la experiencia, porque ‘el tiempo es un gran maestro’. Es bien conocida la oración del Salmista: ‘Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato’ (Sal 90, 12)”

“¡Cuántos hombres, cuántas mujeres están preocupados por su belleza! Si es preocupación, es legítima; si es obsesión, anormal. Se equivocan, principalmente de un modo absoluto, en la naturaleza de los cuidados que han de poner en el embellecimiento de su cuerpo. Todos los esfuerzos que se procuran del exterior para destacar, rectificar, aumentar la armonía y la gracia del cuerpo y especialmente del rostro, dan sólo un resultado muy exiguo. La auténtica belleza proviene de dentro, nace del espíritu y se despliega con la irradiación del alma divinizada. Esta belleza atrae y tonifica a quienes la contemplan.” M. Quoist.

Ciertamente es bueno buscar una armonía en todos los aspectos o dimensiones de nuestro ser, en el orden físico algunos consejos de belleza son:

1. Hacer ejercicio, tomar agua, evitar ingerir bebidas alcohólicas, evitar fumar, incluir en la dieta nutrimental verduras y frutas especialmente.

2. En el orden psicológico: leer, mantenerse al día (avances tecnológicos, noticias), reír mucho, convivir con personas de todas las edades, con tus seres queridos, no guardar rencores ni resentimientos, cultivar una autoestima sana, evitar el estrés

3. Del orden espiritual: Tener conciencia de envejecer es una manifestación de la conciencia de la contingencia humana; muchos quieren acallar esta conciencia: maquillándose en exceso, usando ropa inapropiada, sometiéndose a cirugías estéticas… no se dan cuenta de que los años pasan y que con esos comportamientos sólo fracturan su interior, viven en una incongruencia tal que no les permite verse a sí mismos, de una manera auténtica y madura... detrás de las inyecciones de botox, de la liposucción, de los injertos de cabello, de las 4 horas diarias de gimnasio, de la ropa... tienen olvidada al alma, vieja, empolvada, sin darse cuenta de que lo más importante es mantener joven el espíritu, para poder poco a poco deshacerse de la infinidad de apegos que como humanos muchas veces nos aprisionan.

También hay una edad espiritual y esa es la que más debemos cuidar por hacerla crecer, esta con la madurez física y la psicológica puede, si así lo decidimos, crecer para ayudarnos a ser más libres y alcanzar la felicidad, que como menciona José Benigno Freire, en su libro Humor y serenidad, es la consumación de la indeterminación de la naturaleza humana.

A través del espíritu, avanzando a lo largo de las diversas etapas de desarrollo podemos llegar a una vida madura que te ayudará ser como niño, pero no un “infantil”, no un “niñote”, sino un adulto con espíritu libre, espíritu bondadoso: Sed como niños.

Por tanto, cuidemos no solamente la belleza exterior, la belleza corporal, la belleza facial; ciertamente es importante, pero no exhaustiva, ni lo primordial, la belleza exterior ha de ser solo el indicio de un cuidadoso amor a uno mismo que penetra desde el espíritu para esbozar la maravilla de la persona que se expresa a través de ese cuerpo.

Por último, si quieres en verdad mantener la belleza de la juventud, detente “un minuto ante el espejo, cinco ante tu alma, quince ante tu Dios...” (M. Quoist). La belleza del cuerpo es limitada y tristemente vulnerable, busca engrandecer y embellecer tu alma, esa belleza es infinita.

No tengas miedo de envejecer, piensa en todos aquellos que no tienen vida para poder vivirla, para poder compartirla, para poder disfrutarla, a causa de la muerte que les sorprendió a muy temprana edad. La vida es para vivirla, no te “remiendes” al grado de perder tu verdadero rostro, corres el grave riesgo de perder el rostro de tu identidad humana y específi-camente personal, ama la vida, vívela en plenitud, cada etapa tiene su encanto, no tomes al tiempo como tu enemigo, hazlo tu aliado, vive tu vida, no la desperdicies, reflexiona y date cuenta, envejecer es un privilegio. Vive cada etapa de tu vida a plenitud, cada una de ella tiene su propio encanto. Disfrutela.

Temas: La Familia.

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