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El descontento por nuestra posición y nuestras posesiones indica con
frecuencia una actitud egocéntrica, que lleva a sentimientos intolerantes,
rencorosos o, incluso, malignos, hacia un rival real o imaginario. Podemos
codiciar el éxito, la personalidad, las posesiones materiales, el atractivo
físico o la posición de otra persona. Luego, para compensar un yo frustrado,
hacemos observaciones poco amables o destructivas y nos sumergimos en la
autocompasión, la ira, la amargura y la depresión. Caín le tuvo envidia a Abel, porque Dios aceptó la ofrenda de este
último; pero rechazó la de Caín. Se llenó de celos y codiciaba lo que le
había sido negado. El resultado fue la ira, la amargura, la depresión y el
homicidio. “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda
obra perversa” (Santiago 3:16). Los celos y la ambición envidiosa hicieron que Lucifer se rebelara
contra Dios. “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios,
levantaré mi trono. . . Y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14). Billy Graham escribió: “No es posible tener una personalidad
bien desarrollada cuando se tiene envidia en el corazón. En Proverbios El Apóstol Pablo da el antídoto perpetuo para los pecados de envidia,
celos y codicia. “Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por
todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para
tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Filipenses 1. La envidia, celos o codicia por los demás, son actitudes
desagradables para Dios 2. Trate de quedar libre de la envidia, los celos y la codicia. Ahora
que Cristo ha entrado a su vida, usted podrá aprender a reorientar sus
pensamientos y actos, de modo que reflejen la novedad de su vida en Cristo.
La envidia, los celos y la codicia se deben confesar como pecados y buscar
diariamente el perdón y la limpieza. 3. Lea y estudie 4. Trate esos pecados como “malos hábitos” que es preciso abandonar.
Comience a practicar el principio de “despojo”, “revestimiento”. Esto será de
gran ayuda. Deberá comenzar por un aspecto del problema, enfocando su
atención en él, hasta que sienta que lo ha controlado, para pasar
sucesivamente a otros aspectos, hasta que sea un progreso. 5. Participe en algún tipo de servicio cristiano, por medio de una
iglesia en la que se enseñe 6. Desarrolle una actitud llena de agradecimiento hacia la vida, Las
cosas que le suceden y las personas que encuentre en su camino. El reemplazar
las críticas con alabanzas es una buena práctica que proporciona resultados
alentadores. 7. Ore, pidiéndole al Señor que le dé la victoria y una nueva alegría
en su experiencia cristiana. “El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de
los huesos” (Proverbios 14:30). Consejería Cristiana. |