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EL DESASTRE DE LA EDUCACIÓN EN
NICARAGUA (I) |
Es inaudita la cantidad de bachilleres
reprobados en el examen de admisión en la UNAN-León, en este 2008. De 9,477
alumnos que se presentaron de toda Nicaragua, solamente un 2.53% pasó las
pruebas que se realizaron: Matemática, español y un examen sicométrico, o sea, que sólo la alarmante cifra de 239
alumnos pudieron alcanzar la otra orilla del río, aunque a duras pena y
fatigados. ¿Qué está pasando en nuestra
educación? Parece que nos estamos olvidando de la calidad para darle paso a
la cantidad. La mediocridad campea por doquier, pues, tanto docentes como
estudiantes han obliterado las puertas de la superación, han aposentado en
sus espíritus la pereza mental y la conformidad ha abotagado su
entendimiento. Estamos inaugurando un nuevo año,
en el cual, autoridades ministeriales, directores, docentes, alumnos y padres
de familia, deben reflexionar de los errores pasados, para encausar sus pasos
por otro sendero, que llene de luz y esperanza a los futuros bachilleres.
Deben variar los métodos de enseñanza y de evaluación; el calor humano debe
emanar de alumno a maestro y viceversa, así como la simpatía y el amor a la
profesión. Ahora preguntémonos, ¿de quién es
la culpa de tal déficit en los estudiantes? ¿Será del alumno? ¿Será del
mentor? ¿Será de los padres de familia? ¿Será de los programas educativos? Yo
creo que todos tienen su cuota de culpa; unos más, otros menos. La gran
mayoría de los docentes se anquilosa (y a medias) en lo que trae el programa
para desarrollar. En el área de español, al alumno no se le enseña a pensar,
a analizar a profanidad (tanto textos literarios, como morfosintácti-camente, las oraciones. El maestro tiene gran dificultad
en estos dos aspectos (los de la primaria, más). Del sustantivo, el alumno sólo sabe
qué es un nombre común y qué es un nombre propio; del adjetivo, con costo
cuáles son los calificativos; de los relativos, desconoce casi todas sus
particularidades, y así con las otras partes de la oración. Entonces, si el
alumno desconoce cada parte de la oración y los enlaces del sujeto y el
predicado, ¿cómo va poder analizar oraciones simples, no digamos las
compuestas? Se hace necesaria, a mi ver, una reestructuración desde la
primaria, en donde se desarrolle a cabalidad, cada una de las partes de la
oración, para que el alumno se pueda compenetrar del oficio que juega cada
partícula dentro de ella. Pero para esto, el maestro es el primero que debe
estar bien informado al respecto. Por otra parte, las escuelas
literarias, deberían estudiarse de una forma general, para hacer énfasis,
desde el primer año en el Modernismo, sus particularidades, y un estudio
sistemático de la vida y obra de nuestro gran Rubén Darío, para luego darle
pase a las nuevas corrientes, y a nuestros escritores modernos. El fichaje de
obras, debería ser un asunto abierto, con obras que el alumno escoja a su
entera satisfacción, para salir así del cautiverio literario de la
secundaria, desde hace casi cincuenta años. Al alumno le puede interesar más
leer “El nicaragüense” de Pablo Antonio Cuadra, que “María”, de Jorge Isaac. En relación a la matemática, diré
que el desajuste viene desde la primaria. Aquí los maestros (salvo raras
excepciones) no pasan de llenar al alumno con ejercicios, pero obvian el
razonamiento, tanto oral como escrito. En cada problema debería implementarse
el razonamiento escrito, si es un examen; u oral si lo se está desarrollando
en el pizarrón. Debe prohibirse, en la medida de lo posible, el uso de
calculadoras, si queremos que a nuestros alumnos no se les estruje el cerebro
por falta de uso. ¡Hasta para multiplicar 2x2 la usan! Otro aspecto que incide en la
mediocridad educativa, es la costumbre que hay de darle al alumno,
cuestionarios sobre los temas a estudiar para examen (y esto que mal
elaborados: Preguntas como ésta: ¿A qué se dedica la población de
Nicaragua?), sin darle oportunidad al alumno para que lea todo lo que ha
visto en clase y realice sus propios resúmenes. Esto se torna monótono y
obliga al maestro a elaborar un examen sin salirse de esas preguntas, que a
veces son copia al calco de las que se ha dado para estudiar. También, el
maestro, debe saber variar los ejercicios y no concretarse sólo a preguntas y
respuestas; tiene que injertar conocimiento, análisis y desarrollo. Los padres de familia, también
tienen su injerencia en este desastre. Gran parte de ellos no le brindan a
los hijos la debida atención (sea por la causa que fuere), pero tampoco le
han inculcado la responsabilidad del estudio en casa, pues su futuro es el
que está en peligro. Los juegos de vídeos, los tragamonedas, las francachelas
y el abandono a la molicie, son las características, casi generales, de la
juventud actual. Por último quiero hacer énfasis en
la falta de profesionalismo de muchísimos docentes, de su falta de vocación.
De este modo, no se puede dar, lo que no se tiene. El que carga con todas
estas consecuencias es el alumno, que año con año va acumulando ignorancia en
vez de conocimientos. La falta de amor a la profesión hace tosca a la
educación, así como el que no es jardinero, verá crecer plantas, pero sin
flores. José Ramón Pinell Profesor y Escritor Tel # 713-6368 * 8540225 |