FRAGMENTOS DE LA NOVELA

“OJO SOBRE EL VALLE”

DE DANILO TORRES

 MANAGUA: AÑO 2000

 

 

CENTRO NICARAGÜENSE DE ESCRITORES.

 

 

Miles de años después en permanente creación y memoria, manos laboriosas de orfebres-escribas de la raza-en caos contenido rubricaron este paisaje, recreando la odisea de esta gente indómita en la piel de las rocas labradas, hundidas en el tiempo,  Cuyas formas, trazos y colores cuentan la historia desde el valle de los palos desnudos o valle del Xilolt, contracción de Xinocuahuitl que significa (como Jinotega)  jiñocuao” “valle eterno” conocido con el nombre de “Las Pintadas” vestigio y memoria, monumento y oráculo de éstos y otros tiempos en camino- ubicado a cuatro kilómetros de donde hoy se erige la ciudad de Estelí (después de un largo peregrinar inciciado en “La villa de Santa Maria de la Esperanza”,  cerca de la confluencia de los ríos Pantasma, Yare o Coco, y del pueblo del Espíritu Santo y ciudad Segovia, del departamento de Nueva Segovia).

 

Así mismo sus entornos rozaban las mesas de Moropotente, el Carao, Llano Largo, El Chilamatillo, los Espejos, Oyanca, La Estanzuela, el Sontule, siguiendo su trayectoria verdísima hasta el Tomabù y El Tisey,  dando la vuelta por el Quiabúc hasta salir al Regadío, y así, hasta llegar a Limay. Tierras todas en las que sus pobladores se dedican a la ganadería mular, caballar y  vacuna; y al cultivo de caña de azúcar, tabaco, añil, lino, cebolla, ajos, además de la crianza de chanchos y gallinas.

 

La ciudad se había venido haciendo realidad una  vez trasladada de Villa Vieja –su lugar de origen- a instancias de la gestión del alcalde Don Joaquín Reyes, el síndico Don Leandro Lanuza, Don Benito Valdivia y otros connotados estelianos, quienes habían reunido a la gente dispersa, a los dueños de fincas indivisas, a los poquísimos propietarios de las haciendas vecinas al Valle de Estelí, extendido al pie del majestuoso cerro El Quiabúc, cerro alzado, imponente muralla natural que cierra el flanco oeste.