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ASI COMO PUEDAS DARLE LA VIDA TAMBIEN
PUEDES DARLE LA MUERTE |
Una labor que se comienza desde el
embarazo y tiene su repercusión para muchísimas generaciones, tan
trascendental que es la pieza principal para una sociedad saludable. En ese sentido se hace necesario que este
proceso de la crianza nos produzca satisfacción, plenitud y un sentido de
responsabilidad en cada mujer- madre,
que permita realizar un roll sano, generador de
frutos deseados. Esto no se consigue si no hemos sido capaz de luchar por
conseguir nuestra paz interior aún frente a los desafíos y a las
dificultades, ese equilibrio donde el bienestar propio proviene del interior
de la vida de cada una y no del exterior, estaríamos entonces, a merced del
sentir de otro que definitivamente no podemos controlar, además no tenemos el
deber, ni el derecho, ni el poder para cambiar a alguien. ¿Qué sucede? En el esfuerzo de
querer cambiar a alguien tendremos frustración, enojo, desaliento y las
frecuentes crisis depresivas ante el esfuerzo fracasado de no conseguir lo
deseado y lo más importante es que se pierde la visualización de la vida
propia y la energía que debe mover a esa vida. Todas tenemos la gran
debilidad de creer que podemos cambiar a
la pareja con tan solo quererlos, que tenemos ese don de transformarlos
como la historia de la bella y la bestia; pero es indispensable que
aprendamos dos cosas: *La primera, es que haga lo que haga ese otro con su
vida no es problema nuestro, debemos respetar el derecho que se tiene a la
individualidad aunque deseemos algo distinto. Difícil de asimilarlo, pero
esto a su vez traerá la libertad. Quedamos libres del resentimiento por lo
que quizás hemos esperado por muchísimo tiempo y no sucedió; libre del
sentimiento de culpa por no haber logrado el cambio, libre de la carga de esa
lucha incansable sin causa. Es probable entonces que podamos apreciar mejor
la realidad y notar las cualidades que realmente tiene. *Por tanto el segundo aspecto es la
Aceptación. Es la voluntad de aceptar la realidad y dejarla tal como es. Es
no tratar de convertir a un monstruo en un príncipe. Eliminar este sentir “Seré feliz cuando
el/ella deje de ser un/una…” Esta es una forma muy elevada de
amor difícil de practicar, pero también en el fondo se encuentra el egoísmo
nuestro, la creencia errada de que a través de ese cambio seremos felices,
cuando siendo honestas es el dolor, la debilidad o las frustraciones personales
que no nos atrevemos a escuchar, manteniéndonos ocupadas por cambiar al
ajeno, tapamos ese sentir interior y lo más duro es seguir ocultando ese gran
dolor que tiene sus raíces en la convivencia familiar particularmente en esa
relación con nuestros progenitores, relación que analizando con profundidad,
de forma inconsciente insistimos en perpetuar en nuestra vida de adultos.
Generalmente una infancia donde hubo un roll pobre,
ausente, presencia de violencia, alcoholismo o coalcoholismo,
drogadicción, abandono emocional, psicológico, económico, actitud de
puericultores negativa, poco empática, inmadura, irresponsable, en fin todo
aquello que nos lesionó y que aprendimos a callar o negar y luego se refleja
en las conductas insanas y la forma en que nos relacionamos con los demás,
cuando jugamos a ser adultos, cuando seguimos esperando la felicidad fuera de
nosotros mismos, evitando nuestra capacidad y la responsabilidad de modificar
nuestra propia vida para bien. Es esta práctica la que permite el cambio en
nuestro alrededor, cuando brillamos con luz propia, nos obligamos a
desarrollarnos, ejercer el poder que tenemos para cambiar nuestra propia vida
es vivificante. Reencausar la energía para nuestros intereses, da felicidad y
satisfacción sin importar lo que el otro haga. Se descubre que se tienen
objetivos lo suficientes gratificantes y que se puede vivir con plenitud
y por supuesto que puede tomar
decisiones más pertinentes y oportunas, puede
decidir lo que los demás pueden
decirle o hacerle; es decir aprende a poner límites. Es realzar la propia
vida, no enderezar la ajena, quedar en libertad de vivir su propia vida, es
entonces donde puede percibir y utilizar sus recursos y darse mejor como
persona, como madre lo que no se puede lograr cuando estas en función de otro
(por ejemplo de tu pareja) y pasa lo más lamentable la “negligencia” en la
crianza de los infantes, son ellos la parte vulnerable que sufren las
consecuencias y dependiendo de la actitud que asuman para protegerse, genera
individuos inseguros, inestables emocional-mente, sin la capacidad de
disfrutar y amar con libertad o de relacionarse de forma saludable con
los demás, trastornos de conducta o en
su alimentación (anorexia/bulimia), o en su comportamiento sexual ( la
promiscuidad, prostitución, etc.), el vandalismo, alcoholismo. Todo por
callar el dolor y la angustia que le ocasiona su dinámica familiar. Recuerda
“por su fruto lo conoceréis”, no le des la oportunidad a otro de sentirse
justificado por tu debilidad ¡toma por que se siente bien!, en esa actitud
cómoda, no es capaz de escuchar su propio lamento, menos de cambiarlo. Evade
su realidad y lo enmascara en sus
vicios, su deslealtad, su infidelidad. Se protege de la cercanía y la
intimidad. Pero es su problema, tus hijos después de vos ,
deben ser la prioridad. Enséñales un menú distinto al que conoces, sino
buscaran lo único que conocieron de sus padres: “para el niño, la madre
aparece como el modelo de lo que hay que tener, el padre de lo que hay que
ser; para la niña es lo contrario”. Es entonces donde así como le distes vida puedes darles la muerte a través de las diferentes lesiones y no solo hablo de una muerte física sino de una muerte emocional, espiritual, sin sentido. Aprendamos a vivir con nosotras mismas y luego con los demás. No sigas preguntando por que solo hombres así te salen, sino porqué insistes en procurarlos así, que patrón estás repitiendo... Dra. Débora Flores Acuña Psicóloga Clínica – Criminal y Forense Tel # 714 2041 * 8312720 |