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A LA MADRE EN SU DIA |
El 30 de mayo se celebra en Nicaragua
“El Día de la Madre”. Las circunstancias objetivas por las cuales se lleva a
cabo esta celebración son varias, y creo yo no vienen a cuento, pero sí, las
circunstancias que nacen del corazón. Las palabras siempre tienen una
connotación exacta. Según el Diccionario de la Lengua, MADRE significa: “Mujer o hembra que ha tenido
uno o más hijos, con respecto a estos”. Una definición bastante escueta y
simple, que no adentra en el verdadero espíritu de la palabra, para designar
a ese ser abnegado, que entrega su vida entera a la cría y a la formación de
los hijos, sin esperar nada a cambio. No designa los desvelos, ni el
dolor, ni las angustias que pasa en el transcurso de su vida, para ver a esos
pedazos de su corazón, insertados en el mundo como ciudadanos útiles, fuera
de drogas, de malas compañías; con valores que hagan de él una persona proba
para con los demás y para consigo mismo. No dice que la madre puede trocar
su vida por la de su hijo, que puede avenirse a cualquier trabajo, aunque
éste la estigmatice a los ojos de la sociedad, para rescatar a su hijo de las
garras de la muerte: objetiva o subjetiva. A todo se aviene con tal que sus
hijos no padezcan hambre, y su cuerpo no se sienta aterido por el frío; que no
les falte educación, tampoco que las enfermedades se enseñoreen en sus
cuerpos por falta de atención. Y cuando un hijo muere, es como quitarle un
pedazo de su vida, pues en verdad, ese pedazo se va a la tumba entre la
tirantez del hijo fenecido. A la madre hay que honrarla todos
los días, con buenas acciones, con el respeto que le brindemos, con nuestro
estudio, con nuestra preocupación por su desvelos. Un beso sincero en su
mejilla la hace más feliz que todo el dinero del mundo. Besemos a nuestra madre,
que ese beso borra todas sus angustias y perdona todo desliz por nosotros
cometido. Pidámosle perdón por nuestras faltas, por alguna grosería cometida
en su contra, porque ella no merece ni siquiera un alzamiento de la voz. El amor de la madre sólo es comparado
con el amor de Dios hacia sus criaturas, que dio gustoso a su hijo primigenio
para que muriera en la cruz por la redención del mundo. No llenemos nuestro
corazón de hipocresía al demostrarle amor a nuestra madre en un día especial,
para seguir siendo una espina clavada en su corazón. Demostrémosle amor todos
los días. Demos gracias Dios si la tenemos viva o roguemos a Él por que la
guarde en su sagrado seno, si es que ya la ha llamado a salir de entre los
mortales. Para aquellos que han tenido el infortunio
de haber perdido a su madre, llévenle una rosa a su tumba, mas siempre
ofrézcanle la rosa de su corazón, que mientras esto suceda, ella vivirá más
allá del recuerdo. Pues la persona muere cuando el olvido hace su entrada y
se implanta en el corazón. Recen al padre por su madre muerta, y que siempre
extienda sus bendiciones a los hijos que han quedado en el mundo de los
vivos, cumpliendo las enseñanzas por ella recibidas. A MI MADRE (Juanita Zamora) Ya se fue mi madre amada, Por las nubes y en el viento, Exhaló su postrer aliento Entre un dolor de agonía; Se fue así la madre mía, De esta vida de cuento. Se quedó muy quietecita, Con su carita afilada, Ya la tenía mondada La enfermedad perniciosa; Marchitó cual una rosa, Poco a poco y angustiada. Fue encerrada en una caja, Sin imagen que velara, Sin un vaso de agua clara Que refrescara el camino; En gran disputa devino, Qué religión la enterrara. No es la religión quien lleva Más allá de la altura, Sino la feliz ventura De una comunión con Cristo; Religiosos se habrán visto, Sin beber de fuente pura. Dios la guarde en su regazo; Fue siempre un ángel de Dios, En su fe nunca hubo un dos Que desviara su camino; Y comió pan, bebió vino, De sus pasos siempre en pos. José Ramón Pinell Tel # 713 6368 |