LA FAMILIA VALIENTE

 

Se acerca una de las épocas más emotivas. Momento en que muchas personas realizan un autoanálisis, sobre el modo en que han decidido vivir, sobre su enfoque de vida, su visualización de la convivencia, la pareja, los hijos, amigos  y su medio social. Es quizás un buen momento para estar en conversación con uno mismo, conocer nuestras debilidades, las fortalezas, y sobre todo saber que tan flexibles somos en cuanto a los esquemas de vida, si hemos desarrollado la habilidad de reconocer cuando ese patrón no está funcionando o no construye lo que se quiere lograr, a menos que llene el espacio vital de forma armoniosa. Es necesario indagar que queremos a lo interno y que estamos haciendo para lograrlo, teniendo la valentía de transformar o cambiar si fuese útil hábitos o esquemas tradicionales, que por historia de vieja data no significa que sean la mejor opción, “no me digas que tienes hambre de ser feliz, muéstrame cómo lo buscas, y te diré cuanta hambre tienes”.  Somos seres imperfectos, esto nos da la posibilidad de mejorar y aprender de los errores o aparentes fracasos, o simplemente dar vuelta a la página cuando se considere que ya está elaborado el proceso y se cambió lo que estaba a nuestro alcance. Lo que no me parece justo  para usted, ni para las personas que más aprecia, es estar en un círculo vicioso, cometiendo el mismo error; aún cuando se conoce lo dañino que es, tanto para su vida como para el que le rodea. Es como replantearse nuevas opciones o nuevas estrategias, quizás hasta para abordar un mismo aspecto de vida que no se ha podido superar, mejorar o trabajar y que continúa causando conflictos. Pero que se ha hecho al respecto, se ha reflexionado en torno al problema o simplemente se está esperando que con el tiempo la situación se acomode, pero ¿que se acomode cómo?

 

Siempre creo que la mejor escuela es un hogar íntegro, con demostración de afectos positivos, con reglas de disciplina que fomenten libertad, respeto asimismo y a los demás, compañerismo, solidaridad, independencia, desarrollo y no reglas de imposición que limitan y obstaculizan la manera individual de ser, que bloquean el desarrollo saludable de la personalidad; juzgando esa forma única de ser, culpabilizando su comportamiento, pero... quién entiende la genuinidad de cada ser. Es doloroso encontrar en casi todas las consultas la sensación de soledad, y el sentimiento de sentirse excluido del seno familiar, falta de arraigo y peor aún la sensación de proveedor y no solo en el plano económico, sino también afectivo y trabajo doméstico u otro tipo de actividad laboral sumado a la falta de reciprocidad en la adquisición de compromisos; es decir ,jugar al rol de proveedor  y no receptor de afectividad, como el amor, la amistad, la empatía, tolerancia etc. “Te amo, pero yo también necesito ser amada”. El hogar es la barca en la que nadie puede convertirse en lastre inútil, desde los padres hasta el menor de los hijos, todos están llamados a construir el bienestar y la felicidad de la familia, cada sentimiento que se alberga, cada acción que se realiza y cada plan que se gesta tiene por objeto la convivencia armoniosa  de todos sus integrantes, es sumamente difícil de conseguir, es por eso fundamental la abnegación, la buena voluntad, ante cualquier situación que ponga en peligro la unidad familiar.

 

Un día Napoleón Bonaparte les pidió a sus hombres una misión muy importante, necesitaba a un hombre capaz de morir por él, les dijo que se daría una vuelta por un minuto, para que lo pensaran. “Me daré una vuelta pasado el minuto, el que quiera dar su vida por mí de un paso al frente”; al darse la vuelta se fijó que la fila de soldados seguía igual que antes. Entonces exclamó” ¿Será posible que nadie se anime entre mis fieles guardias?”. El capitán de la guardia explicó  Mi general, lo que sucede es que todos a la vez han dado un paso al frente, por eso siguen formados como antes”.Todos demostraron un extraordinario valor, dieron el paso requerido.

 

Imaginémonos cuánto mejor andarían los hogares, si cada uno de sus miembros tuviera una actitud semejante sobre todo cuando golpea el dolor físico o psicológico, la enfermedad, separaciones, pérdidas, problemas económicos, cuando un miembro está en crisis, cuando uno de los componentes  pierde piso o su horizonte; el mal rato o trago amargo se superaría más rápido, con menos dolor, se evitaría en lo posible esa visión de túnel y la sensación de estar solo en el mundo, se trabajaría mejor ese vacío existencial.

 

Cuan necesario es que demos ese paso adelante todos, en demostración de solidaridad y cooperación. Sería una expresión de cobardía, hacerse egoístamente a un lado frente a las necesidades del ser querido que vive debajo del mismo techo o quien convivió con vos durante tanto tiempo. Se puede racionalizar, argumentar, excusar, de la forma que se quiera, con los enfoques teóricos más modernos o recientes, pero todos acaban en lo mismo, el rol fundamental y determinante que juega nuestra primera escuela “la  familia y sus relaciones”, en una realización plena o al menos en su búsqueda. No se trata de sentarse a esperar lo mejor de los demás; sino más bien, que estoy proporcionando de mi parte, y cómo se siente ese otro respecto a lo que doy o creo compartir.  Que Dios nos dé serenidad y un pensamiento abierto para ser más observadores.  

 

Dra. Déborah Flores Acuña.

Psicóloga Clínica.

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