EL DIA MAS IMPORTANTE DE MI VIDA |
En cierta ocasión durante una charla que di ante un grupo de abogados, me hicieron esta pregunta: «¿Qué es lo más importante que ha hecho en su
vida?». La respuesta me vino a la mente en el acto, pero no fue la que di,
porque las circunstancias no eran las apropiadas. En mi calidad de abogado de
la industria del espectáculo, sabía que los asistentes deseaban escuchar
anécdotas sobre mi trabajo con las celebridades. Pero, he aquí la verdadera, la que surgió de
lo más recóndito de mis recuerdos. Lo más
importante que he hecho en la vida tuvo lugar el Por un momento me quedé donde estaba, sin
acertar a moverme, pero luego traté de pensar que debía hacer. ¿Seguir a mi
amigo al hospital? Mi presencia allí, -me dije-, no iba a servir de
nada, pues la criatura seguramente estaría al cuidado de médicos y
enfermeras, y nada de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar las
cosas. ¿Brindarle mi apoyo moral? Bueno, quizás. Pero tanto él como su esposa
provenían de familias numerosas y sin duda estarían rodeados de parientes que
les ofrecerían consuelo y el apoyo necesario pasara lo que pasara. Lo único
que haría sería estorbar. Además había planeado dedicar todo mi tiempo
a mi familia, que estaba aguardando mi regreso. Así, decidí reunirme con
ellos e ir más tarde a ver a mi amigo. Al poner en marcha el auto, me percaté que
mi amigo había dejado su camioneta, con las llaves puestas, estacionada junto
a las canchas. Me ví entonces ante otro dilema: no
podía dejar así el vehículo, pero si lo cerraba y me llevaba las llaves, ¿que
iba a hacer con ellas? Podía pasar a su casa a dejarlas, pero como no tenía a
la mano ni un papel para escribirle una nota, no podría avisarle lo que había
hecho. Decidí pues ir al hospital y entregarle las llaves. Cuando llegué, como creí, el recinto estaba
lleno de familiares que trataban de consolarlos. Entré y me quedé junto
a la puerta, tratando de decidir que hacer. No tardó en presentarse un
médico, que se acercó a la pareja y, en voz baja les dijo que su bebé había
fallecido. Durante lo que pareció una eternidad, estuvieron abrazados,
llorando, mientras todos los demás los rodeamos en medio del silencio y
el dolor. Cuando se recuperaron un poco, el médico les
preguntó si deseaban estar unos momentos con su hijo. Mi amigo y su esposa se
pusieron de pie caminaron resignadamente hacia la puerta. Al verme allí, en
un rincón, la madre se acercó, me abrazó y comenzó a llorar. También mi amigo
se refugió en mis brazos. «Gracias por estar aquí», -me dijo-. Durante el
resto de la mañana permanecí sentado en la sala de urgencias del hospital,
viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebé y despedirse de
él. “Eso es lo más importante que he hecho en mi vida”. Aquella experiencia me dejo tres enseñanzas:
1ra. Lo más importante que he hecho en la
vida ocurrió cuando no había absolutamente nada que yo pudiera hacer. Nada de
lo que aprendí en la universidad, ni en los seis años que llevaba ejerciendo
mi profesión. A dos personas a las que yo estimaba les sobrevino una
desgracia, y yo era impotente para remediarla. Lo único que pude hacer fue
acompañarlos y esperar el desenlace. 2da. Estoy convencido que este
acontecimiento estuvo a punto de no ocurrir debido a las cosas que aprendí en
la universidad y en mi profesión. En la escuela de derecho me enseñaron
a tomar los datos, analizarlos y organizarlos y después evaluar esa
información sin apasionamientos. Esa habilidad es vital en los abogados.
Pero, al aprender a pensar, casi me olvidé de sentir. Hoy, no tengo duda
alguna que debí haber subido al coche sin titubear y seguir a mi amigo al
hospital. 3ra. Aprendí que la vida puede cambiar en un
instante. Intelectualmente, todos sabemos esto, pero creemos que las
desdichas les pasan a otros. Así, pues hacemos planes y concebimos nuestro
futuro como algo tan real que pareciera que ya ocurrió. Pero, al
ubicarnos en el mañana dejamos de advertir todos los presentes que pasan
junto a nosotros, y olvidamos que perder el empleo, sufrir una enfermedad
grave y miles de cosas más pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de
ojos. “En ocasiones a uno le hace falta vivir una tragedia para volver a
poner las cosas en perspectiva”. Desde aquel día busqué un equilibrio
entre el trabajo y la vida. Anónimo. |