Un hombre se iba a casar, pero en un pueblito muy anticuado, en el que no permitían ni un beso a «Lo que el viento se llevó» en público, ni canciones que hablen de eso. El hombre fue a la ciudad a comprar uno de esos discos antiguos para la boda y encontró uno que decía: «En el día te beso en la frente, en la tarde te beso en la cara y en la noche te beso en la boca». El hombre le pidió a la vendedora que raye la parte del beso en la boca y la vendedora así lo hizo. Así que en plena boda se escucha: «En el día te beso en la frente, en la tarde te beso en la cara y en la noche traca-traca-traca...»

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Estaba un borracho afuera de su casa y le grita a su mujer: «Vieja, ábreme la puerta.» Y su mujer le responde: «No porque vienes borracho, allí te vas a quedar afuera.» Entonces en tono molesto le dice: «Abre la puerta o la tumbo a patadas.» Y la respuesta de la mujer fue la misma, hasta que le dice en tono dulce pero morboso: «Viejita, si abres la muerta te voy a agarrar como a las lagartijas.» Entonces la mujer abre la puerta y la pregunta: «¿Como las lagartijas, y cómo es eso?» y le dice el borrachín: «¡A PEDRADAS!».

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Eran las tres de la mañana, cuando un borracho llega hasta la puerta de su casa. Haciendo gran escándalo, éste despierta a su mujer que desde el segundo piso se da cuenta que el borracho (su esposo), no podrá entrar. En eso la mujer le dice al borracho: «Mi amor, aquí te van las llaves.» Y el borracho le contesta: «Mejor tírame el hoyo, que es el que no encuentro.»

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Iban dos borrachos por la calle cuando de pronto uno levanta la vista y dice: »¡Mire compadre esos calzones!» y responde el otro: «¡Ah! ¡Esos! fíjese compadre que son de mi madre...» El otro asombrado le dice: «¿De su madre?, ¿Cómo va a ser eso compadre?». Mira, te lo voy a demostrar. En eso se voltea y grita con todas sus fuerzas a una señora gorda que estaba tendiendo la ropa: Oye gorda, ¿de quien son esos enormes calzones que tienes ahí colgados? Dice la señora: »¡DE TU MADRE!». Se voltea el borracho y dice: ¿Ves?

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Los niños habían salido en la fotografía y la maestra estaba tratando de persuadirlos a cada uno de comprar una copia de la fotografía del grupo. «Imagínense qué bonito será cuando ya sean grandes todos y digan ‘Allí está Catalina, es abogada,’ o también ‘Ese es Miguel. Ahora es doctor.» Sonó una vocecita desde atrás del salón: «Y allí está la maestra. Ya se murió.»