LOS PUEBLOS INDIGENAS DE LAS SEGOVIAS (2ra Parte) |
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La mayoría de etnólogos afirman que los
primeros pobladores de Nicaragua fueron los Chontales, tambien
conocidos como Pupulucas (Fr. Blas Hurtado: 1792) o
Matagalpas los cuales fueron desalojados del
Pacifico. Emigrando unos hacia el sur y otros hacia el caribe y la
altiplanicie central del país. También los especialistas en su mayoría han
establecido la hipótesis que los Matagalpas
estarían emparentados con los Miskitos, Sumos y
Ramas con quienes integrarían una sola familia la cual llaman “Misumalpán” (Arellano Jorge 1997). Esta tendría como sus
antepasados a los Chibchas. Respecto a la llegada a nuestro país de estas
antiquísimas emigraciones humanas hay dos hipótesis principales: una sostiene
que llegaron de Colombia por tierra alrededor del año 1,000 D. C, o aún mucho
antes (Chapman 1,958, Steward
1,948 y otros), otra afirma que un grupo se separó en América Central de los
Chibchas antes de que estos partieran hacia Colombia hace unos tres o cuatro
mil años. El proceso de asentamiento de estos grupos Chibchoide en el caribe y la zona noreste de Nicaragua
fue un largo y lento proceso que duró miles de años lo que originó por el
aislamiento geográfico entre estos grupos diferentes dialectos. Y
aparecimientos de sub grupos como los Ulùas, Panamakas, Parrastras, Yaras, Xicaques, Ulwas y otros. Aspectos culturales: Las etnias que llegaron a las
Segovias tenían fisonomía asiática; eran altos, bien proporcionados, blancos
y sus facciones se destacaban por nariz aguileña, pómulos salientes y ojos achinados. Eran cazadores, pescadores, recolectores y
agricultores. Perfeccionaron las técnicas agropecuarias que sus antepasados
habían desarrollado en México (fase abeja: En el aspecto religioso tenían como
divinidades supremas al sol y la luna; a quienes llamaban “Maa” y “Guaicù”. Al espíritu
del mal lo llamaban “Gualasa” (Dávila Bolaños
1,972). Tenian sacerdotes que tambien
eran curanderos llamados Suquias. Usaban dos
calendarios; uno solar de 365 días y otro ritual de 260 días. Tenían fiestas
sagradas y en ellas practicaban desollamiento,
sacrificios humanos y canibalismo. Su escritura era jeroglífica y tenían
códices (libros plegables). Estaban organizados en clases y clanes patrilineales del tipo calpulli
(Demetrio, Sodi. Su jefe era un teyte
o teyacanqui o teyacanani
bajo su mando estaba la nobleza, los sacerdotes, los guerreros y macehuales (pueblos). En estas sociedades la obsidiana
era muy valiosa y la utilizaban de diversas formas como: puntas de
proyectiles, punzones, raspadores, buriles y otros. Hacían calpules o
montículos funerarios y estatuas de piedra. Como las descubiertas en
Chontales y conservadas en el museo de Juigalpa.
Para obtener victimas para los sacrificios hacían guerras; se armaban con
espadas, escudos y atacaban con arcos y flechas. Se adornaban la cara y el
cuerpo con betún (negro) obtenido del ocote y del
achiote (rojo). Acostumbraban los hombres como las mujeres abrirse las orejas
las que se atravesaban con huesos y palitos. Igualmente el labio inferior se
lo atravesaban con una aguja de metal. Usaban el pelo largo y tenían las
cabezas chatas, ya que sus madres desde niños se las prensaban. Algunas
tribus andaban desnudas. Otras se cubrían las partes intimas con cáscara de
mataste y otras se vestían totalmente. Se adornaban con bezotes, orejeras,
collares, brazaletes y pectorales. Eran hábiles artesanos y laboraban el
barro, la piedra volcánica y los textiles. Hacían el fuego con dos maderos. Continuará... Prof. Jaime Herrera Chavarría. Escritor esteliano. Telf. 713-1478 |