Biografías.... Héroes Nacionales

 

 

A través de su historia, el territorio de nuestra patria se ha visto defendido por hombres de honor, que han llevado su sentimiento patriótico hasta dar su sangre por ver nuestro suelo patrio libre de todo ingerencismo extranjero. Sin embargo, hoy solamente hablaremos de aquellos que tuvieron acción en la llamada Guerra Nacional.

Recordar a los héroes, no es simplemente leer sus biografías, sino adentrarnos en el valor de sus gestas para el futuro de la Nación. La juventud y todo el pueblo en general, deben ver sus acciones como enseñanzas de valor y patriotismo, de decoro, exentas de intereses creados y políticas retorcidas.

ENMANUEL MONGALO (Rivas, 21/junio/1834 - Granada, 01/febrero/1872)

Maestro, que el 29 de junio de 1855, arrostrando las balas del enemigo invasor, prendió fuego al Mesón, en Rivas, para sacar al enemigo de su trinchera y de este modo fueran derrotados. Aquí se llenó de gloria el ignorado mentor,  quien siguió viviendo en la misma humildad de todo docente, pero con el orgullo de haber defendido su patria sin pensar en recompensa alguna.

JOSÉ DOLORES ESTRADA (Nandaime, Gran., 16/mayo/1792 - Managua, 12/agosto/1869)

Antes de la Batalla de San Jacinto, Estrada vivió una vida militar poco conocida, sin grandes rasgos heroicos. Fue cuando se atrincheraron los facinerosos de William Walter, en la hacienda de San Jacinto, que la figura del General Estrada surge a la luz como el hombre que comandaba las fuerzas nicaragüenses, que con denuedo se enfrentaron a las tropas invasoras, obteniendo una victoria llena de coraje y vergüenza nacional. Esta acción se llevó a cabo el 14 de septiembre de 1856. Las fuerzas insurgentes las comandaba Byron Cole, como primer jefe y Willy Marschall, como segundo; el primero murió ahorcado por el soldado Salmerón, en la finca San Ildefonso, hasta donde habían sido perseguidos.

Una figura que va unida a tan magna fecha, es la de ANDRÉS CASTRO, soldado paradigma del decoro nacional, que no se dejó amilanar por la falta de armas y de municiones, y encontró en una piedra la "bala de la victoria". No es simplemente la acción de una pedrada, sino la acción inherente que esa acción conlleva, la que rescata a este humilde soldado de las garras del olvido, pues muchos de nosotros pasamos por la vida sin haber pasado.

Celebremos este 14 de septiembre con entusiasmo y fervor, no hagamos de él un simple día de esparcimiento y de admiración por nuestras bellas jovencitas de las tablas gimnásticas. Recordemos en cada sonido de los tambores, el tronar de las balas que defendieron nuestra nación; miremos en el sudor de nuestros alumnos en la marcha, el sudor y el coraje de aquellos soldados sucios que se debatían entre la vida y la muerte, por legarnos una patria libre y soberana.

Prometamos a nuestra patria ser mejores estudiantes, ser mejores docentes, ser mejores empleados públicos, ser mejores padres de familia. Prometamos ser mejores servidores del pueblo, pero sobre todo, prometamos ser honrados para con nosotros mismos y para con los demás; prometamos ser responsables en nuestros trabajos y de nuestras acciones; prometamos sobresalir por mérito, sin hipócritas adulaciones.

De esta manera estaremos honrando a nuestros héroes, y convirtiéndonos en la tierra abonada por su sangre, en donde ha de germinar la gloria de nuestra Patria.

 

José Ramón Pinell.

Profesor  y escritor.

Tel: 713 6368.