¿PUEDE LA ESCUELA EDUCAR A LOS NIÑOS Y  JOVENES                                                                           SIN EL APOYO DE LA FAMILIA?

Maestro Ing. Julio Rito Vargas Avilés.

 

Escribo este artículo con el temor de penetrar a un campo             muy complejo, porque la educación lo es, en tanto ésta se dé en un entorno social, cultural, político e ideológico y en su esencia todo modelo educativo responde a ese contexto. Me ha tocado, en mi experiencia de Maestro, incursionar en todos los subsistemas educativos formales y en el subsistema tecnológico especialmente. (Primaria, Secundaría, Técnico y Universitario).

La escuela como elemento clave que aglutina alumnos, maestros, padres de familia y comunidad, ha venido evolucionando en el contexto mundial, no obstante los roles más importantes se siguen centrado en esta  institución educativa.

Nicaragua vive desde hace 30 años el fenómeno de migración acelerada, producto de fenómenos como guerras, crisis económicas, inestabilidad política, entre los más importantes. Las estadísticas hablan de más de un millón de nicaragüenses viviendo en el exterior (Centroamérica, Estados Unidos, Europa, entre otros).    

Estos fenómenos han tenido su impacto en los núcleos familiares, los que se han dividido (producto de la migración)  entre los que se van y los que se quedan. Generalmente el padre, la madre o ambos se van del país, los hijos se quedan al cuidado de un familiar o de un amigo, quienes viven de las remesas que envían los familiares migrantes.  Esta separación  dura meses, años  y algunas indefinidas.

Los jóvenes en edad escolar (primaria, secundaria, universitario) hijos de padres que han migrado presentan algunas características, gozan de mayor libertad, reciben dinero que administran en muchos casos a su gusto, los padres les envían lo que solicitan según sus posibilidades, un tanto para compensar su ausencia. La ausencia de los padres  casi siempre viene acompañada de un impacto negativo en la escuela: bajo rendimiento escolar, problemas de disciplina y algunos terminan abandonando la escuela. A eso hay que agregar en algunos casos, problemas de alcohol, drogas, etc. 

No siempre el tutor o encargado del niño o adolescente tiene el poder de incidencia, estos jóvenes requieren afectos y mucha comprensión pero no siempre la reciben de sus tutores, tienen sus propios hijos o sus propios problemas  que les absorbe o no son mejores ejemplos para ellos.

Quien tiene que lidiar con estos problemas y difícilmente los puede eludir, es la escuela. Recibe toda la descarga de los jóvenes o niños con estas situaciones especiales y casi siempre lucha sola con su experiencia, conocimiento e intuición. No siempre tiene los resultados deseados, claro, se trata de un problema de dimensiones muy complejas donde el factor familia no puede estar ausente.

A esto debemos añadir el problema del deterioro curricular de la educación primaria, secundaria,  técnica y universitaria. La UNESCO, nos evalúa muy mal en ciencias básicas como matemática y español.

Nuestros maestros tienen altos niveles de empirismos, con mucha rotación en las escuelas por diversas razones: salarios deprimidos, condiciones deplorables en las escuelas, muy poca capacitación y casi nulo acompañamiento pedagógico y didáctico. Esto ha venido deteriorando en forma acelerado todo el Sistema Educativo Nacional, que además de no estar coherentemente y curricularmente enlazado en los subsistemas se le suma la baja cientificidad,  de los conocimientos que  aprenden los educandos.

Es urgente que el país inicie un proceso de cambio integral con visión de nación, pensando en el desarrollo a mediano y largo plazo y ver la educación como la más importante de las inversiones que un país puede hacer.

La pregunta que nos surge en forma obligatoria es ¿cómo emprendemos los cambios que involucren a la familia, al alumno y a la escuela? ¿Cómo hacer que esos cambios permitan a todos ser parte activa de él?

El Estado, las instituciones de la sociedad civil, los padres de familia y la comunidad deben involucrarse, no sólo en el diseño de  un nuevo currículo, debe involucrarse en ser parte de la educación del niño y del adolescente, sumando esfuerzos; familia, comunidad y escuela. Si no logramos armonizar y sensibilizar a todos los actores claves será imposible hablar de un nuevo modelo de educación científica, pedagógica  y pertinente.

En el subsistema universitario hoy hablamos del surgimiento de una "nueva cultura universitaria" de la cual forman parte las llamadas "cultura de calidad y evaluación", "cultura de pertinencia", "cultura informática", "cultura de gestión estratégica eficaz", "cultura de apertura internacional", "cultura de rendición social de cuentas" y "cultura de vinculación".  El término cultura es usado aquí en el sentido que la atención a estos aspectos se transforme en práctica cotidiana de las instituciones, con repercusiones en su quehacer, y no en simple "costumbre" sin trascendencia.

La calidad de nuestra educación pasa definitivamente por un proceso de transformación con compromiso de todos los sectores,  incluyendo al Estado nicaragüense como facilitador de estos procesos de cambio a través de las instituciones: Ministerio de Educación,  Instituto Nacional Tecnológico y El Consejo Nacional de Educación, El Consejo Nacional de Universidades, las Organizaciones Magisteriales y la Sociedad Civil organizada.  Esta gran tarea es de todos, para ello las exclusiones no son permitidas. ¡Por el bien de Nicaragua!